clouds

ayer nos sentimos protagonistas de la lluvia.
la tormenta igualadora nos afecta a todos, pero los que la miran desde sus casas son los espectadores, y los que saltamos charcos y esquivamos con gracia las baldozas flojas somos los personajes principales de la película que se filma en buenos aires cuando hay una lluvia torrencial.
primero fue con Ro en belgrano, con ojotas que anticipaban un potencial resbalón y con una espera bajo el toldo de una dietética a la que entramos a comprar almendras y maní japonés para amenizar el momento con algo saladito.
el chico de la dietética era muy lindo, y que trabajara ahí le daba un touch naturista que sumaba.
nos empapamos pero no importó, porque la ducha caliente y los mates reconfortaron ese frío.
después fue a la madrugada, con Santi y Pepe, caminando hasta caning para encontrar un taxi. que tarea difícil.
llovía mucho y en palermo no había ni un alma por la calle a esa hora.
la tormenta es mística*, moja la ciudad y la tiñe de una magia entre melancólica y romántica que me entusiasma.
qué pensarán en Londres?
mientras esperábamos que pasara uno libre pensábamos en que en estos días no hay nada más lindo que escuchar un trueno fuerte cuando ya estás tapadito en tu cama con los ojos entrecerrados.
la lluvia es nuestro arrorró.


* y ya que hablamos de mística -voy a decir algo que nada que ver- no puedo parar de escuchar el último disco de the killers, una y otra vez, entero, en orden, en random, en mi mp3 y en mi computadora. atrapada en él

4 comentarios:

Juan Cruz dijo...

gran final, de acuerdo 100%.
Manera muy elegante de contar escasos minutos bajo la o tu lluvia.

Si queres/ podes pasate x mi blog, que recien empieza a tomar forma.

www.algo-devos.blogspot.com

Fernando dijo...

Me gustó eso del misticismo de la tormenta.

Besos!

pablo dijo...

¡Qué demodé decirle Caning a Scalabrini! =)

Pero en este caso prefiero ir con la moda y no ser cipayo.

Besos, Mar. Es bonito tu blog. Lo leo pero nunca comento.

Fernando dijo...

Me gustó eso de decirle Caning a S. Ortiz.

Besos!