mi último recuerdo nítido del sábado a la noche fue cuando tuve que salir de la fiesta para buscar el cartel de la calle mientras hablaba por teléfono con vos para decirte la dirección.
tengo la imagen de cuando llegaste, que nos quedamos parados al lado de la puerta un ratito y nada más, fin, the end, caput.
ni idea cómo llegamos a tu casa, qué fue de ese trayecto en auto de palermo a flores, no me acuerdo eh, no.
ni sé de qué te hablé, de qué charlamos, no me acuerdo si me despedí de mis amigas, si le dije chau a alguien, si fui insoportable, si te di pena, si me dormí enseguida o si te dije boludeces... nada, mi mente y mi cuerpo se dejaron llevar por una fuerza extraña que por suerte respetó mis ganas de irme a dormir con vos, aunque me gustaría poder recordarlo.
entré en un estado por el que pensé que no iba a pasar más, lo juro.
estamos en edad de autocontrolarnos, ya lo sé, pero bueno, no pude.
la mañana siguiente fue casi igual de ilegible en mi memoria.
suerte que vos tenías que irte a jugar al fútbol, porque sino yo no me hubiera podido levantar nunca de tu cama, y el domingo hubiera sido una sucesión de sueño y vómitos, pero en tu casa.
así que mejor no, mejor no te bardeo la casa, y gracias por llevarme hasta la puerta de la mía, porque de otra manera no hubiera llegado nunca. gracias también por frenar el auto en olazábal y por después mandarme un mensaje para limpiar mi sensación de culpa anticipada.
yo se que vos pensás que a mi me gusta hacerme la cancherita, pero esto de fisurar así no me hizo sentir ni más loca ni más capa ni más nada, solo me da risa, me sorprendo de cómo es tan pequeño el límite entre la diversión y la autodestrucción masiva.
ayer estuve todo el día acostada en mi cama, pero cuando digo todo el día, es porque me levanté solo para ir al baño y nada más, ni por teléfono pude hablar.
pienso en la lucidez relativa que uno tiene en esos momentos, como para sacarme los aros y los collares antes de dormir y dejarlos en la mesita de luz, como para responder mensajes de texto.
ayer te dije que no me acordaba de nada y te reíste un montón, creo que a mi también me conviene reírme un poco. hoy te voy a llamar, para que me ayudes a reconstruirlo todo.
tengo la imagen de cuando llegaste, que nos quedamos parados al lado de la puerta un ratito y nada más, fin, the end, caput.
ni idea cómo llegamos a tu casa, qué fue de ese trayecto en auto de palermo a flores, no me acuerdo eh, no.
ni sé de qué te hablé, de qué charlamos, no me acuerdo si me despedí de mis amigas, si le dije chau a alguien, si fui insoportable, si te di pena, si me dormí enseguida o si te dije boludeces... nada, mi mente y mi cuerpo se dejaron llevar por una fuerza extraña que por suerte respetó mis ganas de irme a dormir con vos, aunque me gustaría poder recordarlo.
entré en un estado por el que pensé que no iba a pasar más, lo juro.
estamos en edad de autocontrolarnos, ya lo sé, pero bueno, no pude.
la mañana siguiente fue casi igual de ilegible en mi memoria.
suerte que vos tenías que irte a jugar al fútbol, porque sino yo no me hubiera podido levantar nunca de tu cama, y el domingo hubiera sido una sucesión de sueño y vómitos, pero en tu casa.
así que mejor no, mejor no te bardeo la casa, y gracias por llevarme hasta la puerta de la mía, porque de otra manera no hubiera llegado nunca. gracias también por frenar el auto en olazábal y por después mandarme un mensaje para limpiar mi sensación de culpa anticipada.
yo se que vos pensás que a mi me gusta hacerme la cancherita, pero esto de fisurar así no me hizo sentir ni más loca ni más capa ni más nada, solo me da risa, me sorprendo de cómo es tan pequeño el límite entre la diversión y la autodestrucción masiva.
ayer estuve todo el día acostada en mi cama, pero cuando digo todo el día, es porque me levanté solo para ir al baño y nada más, ni por teléfono pude hablar.
pienso en la lucidez relativa que uno tiene en esos momentos, como para sacarme los aros y los collares antes de dormir y dejarlos en la mesita de luz, como para responder mensajes de texto.
ayer te dije que no me acordaba de nada y te reíste un montón, creo que a mi también me conviene reírme un poco. hoy te voy a llamar, para que me ayudes a reconstruirlo todo.
2 comentarios:
yo ya no tomo alcohol hace un tiempazo. me hacía mal lo de reconstruír la noche, me pasaba seguido. pero está bueno que se rían con vos, te alivia.
boluda, es el fernet
es el mejor amigo y el peor enemigo a la vez
yo tambien quiero mas autocontrol (solo al respecto del fernet)
beso mar
Publicar un comentario