en qué andás, loca?

hace una semana que no escribo nada! tremendo!

(tremendo para quién? para mi? un poco. quizás. será una señal de algo? de qué? ni idea)

estoy sentadita en la habitación del hermano del chico reef, rodeada por stickers de dragon ball z y amenazada por un muñeco transformer vigilándome al lado del monitor. me resulta raro escribir en una compu que no sea la mía, sobre todo cuando es algo que subo al blog, es como que carezco de intimidad y me apichono.

esta semana me tuvo de acá para allá entre la fisyp y la perfumería. mi mente tuvo que disociarse bastante para administrar la energía de cada día en el lugar correspondiente.

el fin de semana llegó como un bálsamo de alegría y relax.

el viernes mi prima cumplió 25 años, y en medio de una cena familiar en la que yo casi me quedo dormida cual bebé que no aguanta el sueño, redescubrí los extraños comportamientos y personalidades de varios personajes de mi prole materna. en noviembre se casa mi primo y eso creo que tiene a todos bastante convulsionados, qué se yo. me desilusiona tanto la adultez de la que veo que se rodean algunas personas, que me da miedo y prefiero ni imaginarme si sufren o viven incómodos en sus vidas. o al menos esa sensación me dan a mí.

de la habitación del chico reef me llega una canción muy linda de the cure, y motivada de esta manera paso a reconstruir mi noche de ayer.

tuve un cumpleaños muy monono, donde me rencontré con mis amigos musicales después de mucho tiempo. de ahí pensaba irme a un recital de robot al cual, obviamente, nunca llegué, porque las horas del sábado a la madrugada transcurren a una velocidad que yo no controlo.

la imagen más nítida y desorbitada que retuve de la noche fue cuando mi celular se suicidó por las escaleras del salón pueyrredón, partiéndose en 4 (cuatro) partes sin dejar de sonar!

increíble, a eso le llamo ganas de vivir.

amanecí en la casa del chico reef, acá sigo todavía y me quedo hasta mañana también.

esto es una maratón de amor.