non-fiction

Porque sentía que podía pasarme todo el día abrazada a la misma persona en silencio, creyendo que me hacían fuerte los demás, y así me dejaba llevar por el resguardo del amor, y el resguardo del amor se convertía en ese campo magnético que me aislaba de todos los agentes nocivos y a la vez me habilitaba la conexión con las cosas más añejas y dolorosas, pero por una vía sana y hasta indispensable.

Porque cuando pasa un poco el tiempo la perspectiva congelada muta o no, reaparece o no, se extraña, o no.

Porque cuando querés llegar a tu casa y estás llegando te emocionás, como te emocionás con algunas amabilidades y como explotás un día y no podés caminar sin partirte al medio en la calle.

También pasa todo lo contrario, y de a momentos estás entendiendo todo, porque la realidad se te revela con franqueza y se te estrella en la cara, pero con buena onda, y a veces, cuando eso no pasa, se raja el cristal y entra luz, entra oscuridad, puede entrar un líquido espeso y oscuro que se desliza como magma de volcán en erupción y va quemando todo, también puede entrar aire fresco o puede llegar la humedad. Se volatiliza esto, se vuelve tan efímero lo otro, que en definitiva no queda nunca en claro cuál es el metabolismo gobernante, y ahí es cuando te sentás a mirar el cielo un ratito, esperando alguna revelación mortal que no siempre llega, pero que te divierte y ahí es cuando pensás que podés decidir todo, cuando en realidad no sabés cómo hacerlo.

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